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Implantes Cigomáticos: La Solución Definitiva para la Pérdida Ósea Severa

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La pérdida de dientes puede afectar gravemente la calidad de vida de una persona. No solo dificulta la alimentación y el habla, sino que también mina la confianza en sí mismo y la voluntad de sonreír. Para quienes han experimentado una reabsorción ósea severa en el maxilar superior, los implantes dentales tradicionales dejan de ser una opción viable a menos que se sometan a injertos de hueso, un proceso invasivo, largo y no siempre exitoso.

Frente a este desafío, la implantología moderna desarrolló una solución innovadora: los implantes cigomáticos, una técnica audaz que promete devolver la sonrisa incluso en los casos más complejos de pérdida ósea. Concebidos a finales de la década de 1990 por el profesor sueco Per-Ingvar Brånemark –pionero de la implantología moderna–, estos implantes especiales han ido ganando reconocimiento por su capacidad de saltarse la necesidad de injertos y ofrecer resultados casi inmediatos.

¿Qué son los implantes cigomáticos?

Los implantes cigomáticos son una alternativa avanzada a los implantes dentales convencionales, diseñada específicamente para pacientes con pérdida ósea severa en el maxilar superior. A diferencia de un implante tradicional, que se ancla en el hueso maxilar (maxilar superior), el implante cigomático se fija en el hueso cigomático, es decir, el pómulo. ¿La razón? El hueso cigomático es más denso y ofrece una base mucho más estable cuando el maxilar ha perdido volumen.

En la práctica, esto significa que el tornillo de titanio del implante es considerablemente más largo que uno normal, capaz de atravesar la zona de la antigua raíz dental y anclarse en el pómulo. Gracias a este ingenioso atajo anatómico, un paciente con prácticamente nada de hueso en la quijada superior puede volver a tener dientes fijos sin necesidad de injertos óseos previos. Los implantes cigomáticos permiten así una rehabilitación segura y efectiva allí donde antes no había opción, devolviendo función y estética dental en situaciones extremas. En resumidas cuentas, se trata de “implantes anclados en el pómulo” que aprovechan la fortaleza de este hueso para sostener una prótesis dental completa en el maxilar superior atrófico.

Ventajas de los implantes cigomáticos

Como toda técnica, los implantes cigomáticos presentan una serie de ventajas importantes, especialmente cuando los comparamos con las alternativas tradicionales en casos de atrofia ósea severa. Una de las mayores ventajas es que eliminan la necesidad de un injerto óseo previo, lo que reduce significativamente la duración total del tratamiento y evita al paciente cirugías adicionales en cadera o mandíbula para obtener hueso.

Además, permiten la llamada “carga inmediata”: en muchos casos el paciente puede recibir una prótesis dental provisional el mismo día de la cirugía, recuperando su capacidad de masticar y sonreír casi al instante, en lugar de esperar meses con dientes removibles. Otros beneficios reportados incluyen una tasa de éxito superior al 95% a largo plazo y una excelente estabilidad: al estar fijados en un hueso tan sólido, estos implantes proporcionan una mordida firme que permite una alimentación normal sin temor a que la dentadura se afloje.

A nivel estético, al anclarse en el pómulo evitan la reabsorción ósea progresiva del maxilar –esa pérdida gradual de volumen en la encía y el labio superior que suele ocurrir tras años sin dientes–, ayudando a mantener los rasgos faciales y el soporte de las mejillas. De hecho, el impacto de estos implantes en la vida del paciente suele ser inmediato y profundo.

El Dr. Enrico Agliardi, cirujano maxilofacial con más de 20 años de experiencia en Milán (Italia), relata la reacción de sus primeros pacientes al probar esta técnica revolucionaria: “Cuando les decíamos: ‘Mañana podrás empezar a comer y sonreír de inmediato’, no nos creían. Al día siguiente, cuando ven que ha sido un éxito, están tan felices… a veces incluso lloran con nosotros de alegría”.

Este testimonio refleja cómo una rehabilitación con implantes cigomáticos no solo devuelve dientes, sino que transforma vidas: pacientes que entran inseguros y resignados a usar dentaduras postizas, salen en poco tiempo comiendo, hablando y riendo con la confianza recuperada.

Procedimiento de colocación

El proceso de colocación de implantes cigomáticos está cuidadosamente planificado y suele realizarse en un entorno quirúrgico hospitalario o de clínica especializada, dado su nivel de complejidad. Todo comienza con una evaluación exhaustiva: el especialista en implantología realiza estudios de imagen, típicamente una tomografía computarizada 3D, para visualizar la anatomía del paciente.

Con esas imágenes, planifica la trayectoria exacta que seguirá el implante hasta el pómulo, midiendo la calidad y densidad del hueso cigomático para determinar el tamaño y la posición óptima. Esta fase de planificación es crucial, pues cada milímetro cuenta al trabajar cerca de estructuras sensibles como los senos paranasales o la órbita del ojo.

El día de la cirugía, al paciente se le administra anestesia local en la zona del maxilar superior, combinada con sedación intravenosa para que esté relajado y no sienta ninguna molestia (muchas veces el paciente ni recuerda el procedimiento, gracias a este manejo del dolor y la ansiedad).

Una vez que la anestesia ha hecho efecto, el cirujano realiza la colocación del implante cigomático: a través de la encía superior introduce cuidadosamente el implante de titanio largo, guiándolo hasta anclarlo firmemente en el hueso cigomático. Dependiendo del caso, se pueden colocar uno o dos implantes por cada lado del maxilar, a menudo complementados con implantes normales en la parte frontal si hay algo de hueso remanente.

Lo notable de esta técnica es que en muchos casos, tras fijar los implantes, el equipo puede conectar inmediatamente una prótesis dental provisional fija. Es decir, en la misma sesión quirúrgica el paciente sale con una dentadura fija nueva, atornillada sobre los implantes, recuperando así su función masticatoria y estética sin periodos largos de edentulismo (sin dientes).

Después de la cirugía, comienza la fase de cicatrización y osteointegración. En los siguientes 4 a 6 meses, el hueso del pómulo se va fusionando gradualmente con la superficie del implante de titanio en un proceso natural llamado osteointegración.

Durante este tiempo de espera, el paciente lleva su prótesis provisional y debe tener ciertos cuidados, aunque por lo general puede hacer vida normal con sus dientes nuevos. Pasado ese período —y una vez que las radiografías confirman que los implantes están bien integrados— se fabrica y coloca la prótesis dental definitiva, que reemplaza a la provisional.

Esta prótesis final suele ser una estructura de alta estética y resistencia (por ejemplo, de porcelana sobre un armazón de titanio o circonio) que queda fijada de forma permanente a los implantes cigomáticos. Así concluye el tratamiento, con el paciente estrenando sonrisa definitiva.

En suma, aunque el procedimiento de colocación de implantes cigomáticos implica varios pasos altamente especializados, el resultado es que en cuestión de horas el paciente puede volver a tener dientes fijos, y en unos meses asegurar que esa solución sea estable de por vida.

Cuidados y mantenimiento

Después de la colocación de implantes cigomáticos, los cuidados posteriores son fundamentales para garantizar el éxito a largo plazo del tratamiento. El paciente debe comprometerse con una higiene oral rigurosa: cepillarse los dientes (y las prótesis sobre los implantes) después de cada comida, usando técnicas adecuadas que alcancen la zona de la encía alrededor de los implantes.

A menudo se recomienda incorporar a la rutina cepillos interdentales especiales o irrigadores de agua para limpiar debajo de la prótesis fija, así como enjuagues bucales antibacterianos que ayuden a prevenir infecciones. El área donde el implante atraviesa la encía debe mantenerse especialmente limpia para evitar acumulación de placa bacteriana.

Además de la limpieza diaria en casa, son indispensables las visitas periódicas al odontólogo para mantenimiento profesional. Se sugiere acudir a controles cada 3 a 6 meses durante el primer año y, posteriormente, al menos una o dos veces por año. En esas citas, el especialista evaluará el estado de los implantes, realizará limpiezas profundas alrededor de ellos (profilaxis) y comprobará que no haya signos de inflamación en los tejidos circundantes.

Si el paciente cumple con esta rutina de cuidados y mantiene una salud oral óptima, los implantes cigomáticos pueden durar toda la vida sin presentar complicaciones. En cambio, descuidar la higiene podría derivar en periimplantitis (infección de las encías alrededor del implante) y comprometer el resultado. Por ello, los expertos enfatizan que el éxito de estos tratamientos es una responsabilidad compartida: el cirujano los coloca, pero es el paciente quien, con su mantenimiento diario, asegura que la inversión perdure en el tiempo.

Costo de los implantes cigomáticos

El costo de un tratamiento con implantes cigomáticos varía según múltiples factores, incluyendo la región geográfica, la reputación de la clínica o el hospital, la complejidad específica del caso y los materiales utilizados en la prótesis final. No es un procedimiento económico, dado que implica tecnología de punta y especialistas altamente calificados.

De manera general, el precio por rehabilitar una arcada completa (todo el maxilar superior) con implantes cigomáticos puede oscilar entre unos $8.000 y $15.000 dólares –lo que equivale aproximadamente a 30 a 60 millones de pesos colombianos– en países como Estados Unidos, España o Colombia.

Esta cifra suele incluir desde la cirugía hasta la prótesis fija definitiva, aunque siempre es importante verificar qué conceptos están cubiertos en el presupuesto que ofrece cada clínica.

Si bien el monto puede sorprender en comparación con otros tratamientos dentales (por ejemplo, dentaduras removibles o incluso implantes convencionales con injertos, que pueden costar menos), muchos pacientes y especialistas argumentan que la relación costo-beneficio de los implantes cigomáticos es positiva.

Estamos hablando de devolver por completo la funcionalidad y estética dental en casos muy complejos; en otras palabras, devolver calidad de vida. Pacientes que no podían usar prótesis tradicionales por falta de soporte óseo invierten en este procedimiento y logran volver a comer alimentos que antes evitaban, sonríen con confianza y olvidan la incomodidad de las placas movibles.

Todo esto hace que, para ellos, la inversión valga la pena en el largo plazo. Además, en países como Colombia es cada vez más común que las clínicas ofrezcan facilidades de pago o planes de financiación para tratamientos costosos, permitiendo a los pacientes pagar en cuotas mensuales accesibles.

Preguntas Frecuentes

¿Qué pasa si se fractura el hueso cigomático?

Es una duda comprensible pero afortunadamente se trata de un evento extremadamente raro. El hueso cigomático (el pómulo) es uno de los huesos más fuertes del cráneo facial, y los cirujanos planifican la colocación del implante de manera que el riesgo de fractura sea mínimo.

En la práctica, si la intervención se realiza con la técnica adecuada, es altamente improbable que el hueso se fracture. En el remoto caso de que ocurriera una fractura del hueso cigomático durante la cirugía, el equipo médico la detectaría de inmediato.

Generalmente se procedería a estabilizar la zona con placas de titanio o tornillos (similar a como se trata cualquier fractura facial) y se suspendería la carga inmediata hasta que haya una correcta recuperación ósea.

Esto, insistimos, casi nunca sucede bajo manos expertas y con una buena planificación prequirúrgica. Los especialistas toman precauciones extremas para evitarlo, usando guías quirúrgicas personalizadas y tecnología de imagen en 3D. Así, el paciente puede estar tranquilo: la posibilidad de “romperse el pómulo” por un implante es prácticamente nula.

Colocados correctamente, no deberían afectar los senos paranasales de forma negativa. Es cierto que los implantes cigomáticos se ubican cerca de la región del seno maxilar (la cavidad aérea situada detrás de nuestras mejillas), pero los cirujanos maxilofaciales trazan la trayectoria del implante de tal modo que este pase por el hueso cigomático evitando dañar el seno. De hecho, durante la planificación 3D de la cirugía, se identifican con precisión los límites de los senos paranasales para no invadirlos.

Sí, no todos los implantes cigomáticos son idénticos; de hecho, existen diferentes longitudes y diseños según las necesidades de cada caso. En términos generales, se habla de implantes cigomáticos “estándar” y “extendidos”.

Los implantes cigomáticos estándar suelen medir alrededor de 30 a 42 milímetros de largo y se utilizan cuando el paciente aún tiene algo de hueso maxilar en la parte frontal (zona de premolares) que sirva de soporte adicional.

Por otro lado, los implantes cigomáticos extendidos pueden alcanzar longitudes mayores (hasta 52.5 mm o incluso más, dependiendo del fabricante) y están diseñados para casos de atrofia extrema, donde se requiere anclar el implante más atrás o en una posición poco habitual para lograr estabilidad.

La recuperación tras una cirugía de implantes cigomáticos se puede dividir en dos fases: la recuperación inmediata de la cirugía y la recuperación funcional completa a largo plazo.

En cuanto a la fase inmediata, sorprendentemente suele ser más rápida y llevadera de lo que muchos pacientes imaginan. La mayoría puede retomar sus actividades normales en 3 a 5 días posteriores a la intervención, siempre que esas actividades no impliquen esfuerzos físicos intensos.

A pesar de lo imponente que suena una cirugía para colocar implantes en el pómulo, no es dolorosa para el paciente en el transcurso del procedimiento. La operación se realiza bajo anestesia local profunda en toda la zona del maxilar superior, complementada por sedación consciente o, en algunos casos, anestesia general ligera.

Esto significa que el paciente no sentirá dolor alguno mientras el cirujano trabaja; en la mayoría de los casos ni siquiera estará consciente de los detalles, ya que la sedación lo mantiene en un estado de relajación y semiinconsciencia. Los profesionales de la salud toman muy en serio el control del dolor y la ansiedad, especialmente en una cirugía de esta magnitud, por lo que monitorean constantemente al paciente para asegurarse de que esté cómodo.

Los implantes cigomáticos están pensados como una solución permanente, y con cuidados apropiados pueden durar tanto como un implante dental convencional, es decir, potencialmente toda la vida del paciente. Al igual que los implantes tradicionales, están fabricados en titanio de grado médico, un material sumamente resistente, biocompatible y que no se corroe. Cuando el titanio se integra exitosamente al hueso (lo que ocurre en la mayoría de los casos), forma una unión sólida que puede soportar décadas de función masticatoria.

En suma, los implantes cigomáticos representan una verdadera revolución para quienes padecen pérdida ósea severa en el maxilar superior y veían reducidas sus esperanzas de recuperar la dentadura fija.

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